(Dedicado a Don Horacio Sfara)
Este
cuento relata la historia de cómo surgió mi interés por trabajar en Televisión
y como se fueron desarrollando los acontecimientos que me llevaron a trabajar
en ese maravilloso medio.
Madrugada
de sábado en la vereda ancha y húmeda de la calle San Juan aún angosta.
Estaba
haciendo la cola para conseguir una entrada para ver a Joan Manuel Serrat en
los “Sábados Circulares” de Nicolás “Pipo” Mancera. La boletería abría a las
ocho de la mañana y yo me había levantado muy temprano y había llegado a eso de
las siete.
A
las ocho se abre la ventanilla y la cola empieza a moverse. Estaba ansioso,
envuelto en mi campera de corderoy marrón con cuello de piel gris que mi mamá
me había comprado en la Casa Kleinman de la avenida Patricios.
Falta
una persona y me toca a mí. Lo siento…dijo el tipo detrás del mostrador, no hay
más entradas.
Uff…me
dije, llegué tarde si me hubiera levantado más temprano las hubiera conseguido.
Mientras
tanto yo cursaba la secundaria en la escuela industrial de Avellaneda y lo
complementaba estudiando “Radio y Televisión” en las escuelas IADE de Pavón y
Mitre. “un técnico de Iade tiene más confianza y gana más” decía la propaganda.
Y
allí fui… a conseguir los conocimientos técnicos prácticos que no me daba la
escuela técnica. Y me recibí de Técnico Reparador de Radio y Televisión.
Me
compré herramientas, un tester, y docenas de válvulas para las distintas marcas
de televisores que en la familia me había tocado reparar. Hice tarjetas
personales para promover mi trabajo “Service de TV. Todas las marcas y modelos”
decía mi tarjeta con bastante optimismo.
Un
día me llegó una carta. El encabezado decía Proartel (Río de la Plata). A
través de ellas me invitaban a visitar el Canal 13 ya que “por mis altas
calificaciones en Iade querían entrevistarme para trabajar”. Tenía que
presentarme en unos días a no recuerdo que hora en San Juan 1160.
Miraba
la carta una y otra vez. Estaba eufórico, exultante, feliz. Por fin mis
estudios técnicos empezaban a dar sus frutos. Por fin conocería el lugar de mis
sueños. Mi alegría era tan grande que no noté que el sobre no tenía el sello
del correo, ni que el membrete estaba hecho con sellos de goma letra por letra
un poco desalineadas.
Me
la pasaba pensando en el gran momento de ir a Canal 13 y mostrar mi carta.
Hasta que en un momento empecé a escuchar a mi alrededor que me decían la carta
no era real. Que mi hermana y mis primos la habían hecho, que no había ni
invitación, ni entrevista de trabajo y que todo era una broma del día de los
inocentes.
No
sabía qué hacer ni que decir. Quizás la idea de ellos era divertirse cuando yo
me presentara en el canal y me dijeran que no la habían mandado. Me sonreí y la
tiré como si nada hubiera pasado.
Aún
recuerdo el vacío que sentí cuando me estaban contando lo que habían hecho. Sentí
que todas mis ilusiones y felicidad se habían derrumbado. Tardé mucho en
recuperarme.
Pasaron
los años. Me recibí de técnico a los 18 años. Mi padre no podía superar la
muerte de mi abuelo y comenzaba con sus comportamientos bipolares. Un par de
meses eufóricos y muchos meses deprimido. Visitó infinidad de médicos clínicos
hasta que terminó en psiquiatras.
Mis
amigos de la escuela empezaron a conseguir sus primeros trabajos en la electrónica.
Daniel en Contronix. Héctor y Alberto en la fábrica de tocadiscos. Yo estaba
trabado, sin saber para dónde rumbear.
Sentía
que mi padre me necesitaba. Había perdido a su principal referente y encima su
empleado fiel había conseguido otro trabajo. Me di cuenta que estaba muy sólo
en su ferretería y necesitaba mi ayuda. Y
me quedé allí trabajando con él.
Cuatro
años después una mañana volví a la calle San Juan, me acerqué a la ventana de
la mesa de entrada de Proartel y respiré hondo.
“Vengo a ver si necesitan algún técnico”, le dije al señor de bigotes
que estaba del otro lado. El señor de bigotes estaba muy ocupado, atendía el
teléfono que sonaba incesante, les entregaba los diarios a los “artistas” que
entraban por la puerta. Pensé que no me había escuchado y le repetí…. “vengo a
ver si necesitan algún técnico”.
Don
Horacio, que así se llamaba, parecía muy alto y ancho debajo de ese saco azul
con botones dorados, me miró fijamente se acercó un poco a la reja y me dijo
algo así…”Lo voy a dejar pasar porque yo tengo un hijo que estudia en el
industrial”... “Vaya a la oficina de personal de mi parte y pida de llenar una
solicitud de empleo”.
Llené
la solicitud y cuando salí le agradecí la ayuda a Don Horacio. Me dije…al menos
pudiste pasar la puerta de entrada…ahora habrá que esperar.
Un
mes después me llamaron por teléfono. “Habla Hugo Lenti de Canal 13,
quisiéramos hacerle una entrevista de trabajo…cuando puede venir?”.
Un
lunes estaba frente a frente con Rodolfo Stoessel, me miró y me dijo…“como está
para dar un examen teórico ahora?”….”son 50 preguntas técnicas”. Y bueno…que le
iba a decir?
Después
de más de una hora le entregué el examen. Lo miró…y me dijo…”tiene más del 70%
bien…puede venir el viernes a dar un examen práctico..? Sí, claro el viernes
estoy por acá.
Llegué
a mi casa muy excitado. Había pasado mi primera prueba.
El
viernes me llevan al taller y me dan un televisor para reparar. Línea
horizontal brillante. Sin sonido. Sin Imagen. Con imagen negativa. Sin
sincronismo horizontal. Una hora después de haberle encontrado y arreglado
cuatro de los cinco problemas, le pido a un señor de anteojos y guardapolvo
celeste (Folino),..”necesitaría un osciloscopio para revisar unos pulsos”.
Folino me miró, se acercó, y me dijo…estás cerca pibe…fijate la bobina del
oscilador horizontal.
Muy
bien, me dijo Stoessel, cuando puede empezar a trabajar?
Me
temblaban las piernas, no lo podía creer, quería correr a mi casa y contárselo
a mis padres. Había conseguido entrar a trabajar en el Canal 13..!!!
El
miércoles 1° de junio de 1977 fue mi primer día en la televisión. Y después de
39 años sigo por allí…Gracias a todos los que contribuyeron para que mi sueño se
hiciese realidad…
A mis padres, mi
hermana, mis primos…, a Don Horacio Sfara…y a Pipo.
21
de Junio de 2016