viernes, 15 de julio de 2016

LLEGANDO A LA TELEVISIÓN




(Dedicado a Don Horacio Sfara)

Este cuento relata la historia de cómo surgió mi interés por trabajar en Televisión y como se fueron desarrollando los acontecimientos que me llevaron a trabajar en ese maravilloso medio.

Madrugada de sábado en la vereda ancha y húmeda de la calle San Juan aún angosta.
Estaba haciendo la cola para conseguir una entrada para ver a Joan Manuel Serrat en los “Sábados Circulares” de Nicolás “Pipo” Mancera. La boletería abría a las ocho de la mañana y yo me había levantado muy temprano y había llegado a eso de las siete.

A las ocho se abre la ventanilla y la cola empieza a moverse. Estaba ansioso, envuelto en mi campera de corderoy marrón con cuello de piel gris que mi mamá me había comprado en la Casa Kleinman de la avenida Patricios.
Falta una persona y me toca a mí. Lo siento…dijo el tipo detrás del mostrador, no hay más entradas.

Uff…me dije, llegué tarde si me hubiera levantado más temprano las hubiera conseguido.
Mientras tanto yo cursaba la secundaria en la escuela industrial de Avellaneda y lo complementaba estudiando “Radio y Televisión” en las escuelas IADE de Pavón y Mitre. “un técnico de Iade tiene más confianza y gana más” decía la propaganda.

Y allí fui… a conseguir los conocimientos técnicos prácticos que no me daba la escuela técnica. Y me recibí de Técnico Reparador de Radio y Televisión.
Me compré herramientas, un tester, y docenas de válvulas para las distintas marcas de televisores que en la familia me había tocado reparar. Hice tarjetas personales para promover mi trabajo “Service de TV. Todas las marcas y modelos” decía mi tarjeta con bastante optimismo.

Un día me llegó una carta. El encabezado decía Proartel (Río de la Plata). A través de ellas me invitaban a visitar el Canal 13 ya que “por mis altas calificaciones en Iade querían entrevistarme para trabajar”. Tenía que presentarme en unos días a no recuerdo que hora en San Juan 1160.

Miraba la carta una y otra vez. Estaba eufórico, exultante, feliz. Por fin mis estudios técnicos empezaban a dar sus frutos. Por fin conocería el lugar de mis sueños. Mi alegría era tan grande que no noté que el sobre no tenía el sello del correo, ni que el membrete estaba hecho con sellos de goma letra por letra un poco desalineadas.
Me la pasaba pensando en el gran momento de ir a Canal 13 y mostrar mi carta. Hasta que en un momento empecé a escuchar a mi alrededor que me decían la carta no era real. Que mi hermana y mis primos la habían hecho, que no había ni invitación, ni entrevista de trabajo y que todo era una broma del día de los inocentes.

No sabía qué hacer ni que decir. Quizás la idea de ellos era divertirse cuando yo me presentara en el canal y me dijeran que no la habían mandado. Me sonreí y la tiré como si nada hubiera pasado.
Aún recuerdo el vacío que sentí cuando me estaban contando lo que habían hecho. Sentí que todas mis ilusiones y felicidad se habían derrumbado. Tardé mucho en recuperarme.

Pasaron los años. Me recibí de técnico a los 18 años. Mi padre no podía superar la muerte de mi abuelo y comenzaba con sus comportamientos bipolares. Un par de meses eufóricos y muchos meses deprimido. Visitó infinidad de médicos clínicos hasta que terminó en psiquiatras.

Mis amigos de la escuela empezaron a conseguir sus primeros trabajos en la electrónica. Daniel en Contronix. Héctor y Alberto en la fábrica de tocadiscos. Yo estaba trabado, sin saber para dónde rumbear.

Sentía que mi padre me necesitaba. Había perdido a su principal referente y encima su empleado fiel había conseguido otro trabajo. Me di cuenta que estaba muy sólo en su ferretería y necesitaba mi ayuda. Y  me quedé allí trabajando con él.

Cuatro años después una mañana volví a la calle San Juan, me acerqué a la ventana de la mesa de entrada de Proartel y respiré hondo.  “Vengo a ver si necesitan algún técnico”, le dije al señor de bigotes que estaba del otro lado. El señor de bigotes estaba muy ocupado, atendía el teléfono que sonaba incesante, les entregaba los diarios a los “artistas” que entraban por la puerta. Pensé que no me había escuchado y le repetí…. “vengo a ver si necesitan algún técnico”.

Don Horacio, que así se llamaba, parecía muy alto y ancho debajo de ese saco azul con botones dorados, me miró fijamente se acercó un poco a la reja y me dijo algo así…”Lo voy a dejar pasar porque yo tengo un hijo que estudia en el industrial”... “Vaya a la oficina de personal de mi parte y pida de llenar una solicitud de empleo”.
Llené la solicitud y cuando salí le agradecí la ayuda a Don Horacio. Me dije…al menos pudiste pasar la puerta de entrada…ahora habrá que esperar.

Un mes después me llamaron por teléfono. “Habla Hugo Lenti de Canal 13, quisiéramos hacerle una entrevista de trabajo…cuando puede venir?”.
Un lunes estaba frente a frente con Rodolfo Stoessel, me miró y me dijo…“como está para dar un examen teórico ahora?”….”son 50 preguntas técnicas”. Y bueno…que le iba a decir?
Después de más de una hora le entregué el examen. Lo miró…y me dijo…”tiene más del 70% bien…puede venir el viernes a dar un examen práctico..? Sí, claro el viernes estoy por acá.

Llegué a mi casa muy excitado. Había pasado mi primera prueba.

El viernes me llevan al taller y me dan un televisor para reparar. Línea horizontal brillante. Sin sonido. Sin Imagen. Con imagen negativa. Sin sincronismo horizontal. Una hora después de haberle encontrado y arreglado cuatro de los cinco problemas, le pido a un señor de anteojos y guardapolvo celeste (Folino),..”necesitaría un osciloscopio para revisar unos pulsos”. Folino me miró, se acercó, y me dijo…estás cerca pibe…fijate la bobina del oscilador horizontal.
Muy bien, me dijo Stoessel, cuando puede empezar a trabajar?

Me temblaban las piernas, no lo podía creer, quería correr a mi casa y contárselo a mis padres. Había conseguido entrar a trabajar en el Canal 13..!!!

El miércoles 1° de junio de 1977 fue mi primer día en la televisión. Y después de 39 años sigo por allí…Gracias a todos los que contribuyeron para que mi sueño se hiciese realidad…

A mis padres, mi hermana, mis primos…, a Don Horacio Sfara…y a Pipo.

21 de Junio de 2016

viernes, 8 de julio de 2016

Mi querido amigo Marcelo....


La vida nos pone a prueba muchas veces.
Hay personas que pasan por nuestra vida y nos marcan para siempre.
Marcelo es un ejemplo de cómo ésta sociedad destruye a las personas.

Con él estudiamos juntos la carrera técnica y luego la de ingeniería.
Marcelo trabajó en lo que le gustaba, primero de empleado en los canales y después en forma independiente. Y allí comenzaron sus primeras tribulaciones.

Todos pensamos que la de Marcelo es una mente brillante, privilegiada, con un don que lo hace único.
Único por sus conocimientos, pero también único por su generosidad para compartirlos.

Hoy nadie tiene derecho de juzgarlo, y yo tampoco.
Puedo aventurar alguna teoría que seguramente podrá ser refutada pero necesito plantearla en esta carta.
Intento ponerme en su lugar, “ponerme en sus zapatos” y me doy cuenta que la vida lo golpeó mucho.

Ni su familia, esposa, hijas, hermana y sus amigos fueron un lazo fuerte e indisoluble que impidieron llevar adelante su decisión. 
Que estarías pensando en la soledad de esos minutos fatales..?

La pelea diaria por la vida empezó a darle la espalda.
Pienso que toda su sabiduría y conocimientos no le permitieron visualizar otra salida.

Creo que el entorno social en el que vivimos en nuestro país, con sus permanentes desventuras, lo estaba poniendo nuevamente a prueba.
Ya había pasado por las desdichas económicas varias veces, y seguía peleandola para salir adelante.

Hablamos tantas veces de estas cosas que todavía hoy me parece escucharlo y verlo.
Ahora, muy tarde, me doy cuenta que estaba vencido.
Vencido porque no lograba la vida que él y su familia se merecían.
Vencido por una sociedad que privilegia el éxito económico por sobre todas las cosas.

Su altísima reputación, ni su prestigio le alcanzaban para ver las cosas en forma positiva.
Si bien es un maestro en el arte de dar clases, la retribución nunca le compensó el esfuerzo.

En nuestro país hay mucha gente que gana mucho más de lo que realmente produce, y otra que produce mucho más de lo que gana. Y allí esta la clave.

El querido Marcelo se merecía mucho más y veía que había gente con mucha más suerte que él. Más feliz.
Hacía rato que le estaba poniendo el cuerpo a su emprendimiento comercial pero no conseguía que le diera los frutos que esperaba.

El país y sus vaivenes económicos siempre le pusieron una zancadilla para tumbarlo.
El país… sus absurdas reglas, le hicieron pasar épocas muy difíciles, que no estaba preparado para soportar y lo tenían abrumado.

No sé si puedo expresar claramente mis pensamientos, pero tengo la fe intima que Marcelo se cansó de perder las batallas cotidianas de la vida.
Se cansó de un futuro que no llegaba nunca.
Se cansó de pelear contra los molinos de viento.

Marcelo un día decidió terminar con la tortura de vivir.
Un día quiso encontrar la paz que hacía tiempo se le venía negando.
Quiso descansar de las desventuras que estaba soportando, y de la desilusión de no poder ser pleno con su trabajo y con su vida.

No sabés como te entiendo querido Marcelo.
Creo que por las vivencias en común y las generacionales tenemos la misma estructura de vida.
Y sabías que somos muy parecidos.

Conservaré tu sonrisa, tus ocurrencias, tus comentarios sarcásticamente fatalistas, tu genialidad y tu hombría.
Este un mundo tan competitivo y cruel no permite la presencia de un hombre como vos, sabio y bueno.

A las personas como vos esta sociedad las aplasta y finalmente las destruye.
Ya estoy extrañando…tus llamados como me decías “simplemente para saludarte” que ya no volveré a escuchar.

Desde donde estés estarás mirándonos con tu sonrisa permanente pero triste, pero estoy seguro que estarás liberado de lo que tanto te atormentaba.
Solamente por esto último puedo justificar tu partida.

Hasta siempre genio y amigo!!!

Pongamos un telón rápido, mandemos en tu honor una eterna señal de video de barras de color, con un tono de audio de mil ciclos.

Los muchachos de ATC y de toda la televisión te extrañaremos eternamente.

Ahhh ….Muchas gracias por tu incondicional amistad…!!!

Dedicado al Ing. Marcelo Navarro 
(26 de Junio de 2016)